
Son extraños los sentimientos que me acongojan en éstos momentos.
Siento una especie de calma interior, como cuando te encuentras en el corazón
de un huracán. Calmo, quieto, como una burbuja tranquila, donde el ruido que
percibes está muy lejos, donde puedes ver el cielo azul y a veces hermosas noches estrelladas. Seguramente lo correcto sería salirme de mi cómoda paz y
moverme hacia los costados, estirar un brazo y con la mano tocar la tormenta.
Sentir como vibra, como grita, como llora en el infierno que a veces son el
interior que poseemos. Siento que no soy suficiente, que aburro rápido. Que soy
muy intensa...¿cómo dijo? ¡ah sí! DRAMÁTICA. Un gacela muy loca que tengo de amiga, voy a
llamarla así porque es a lo que se parece, frágil y hermosa, parece que la
mueve la corriente que sigue su corazón. Aunque no siempre acierta y de vez en
cuando es cazada por un león hambriento. Pero no acaba con ella. Ella renace en
las carnes putrefactas y las lágrimas que derrama. Así es ella. Bueno esa
Gacela me dijo, que no debía darle importancia a los asuntos que me hacen
sentir tan insulsa. Y yo ¡uf! ¡qué difícil! No comprendo el encanto que genero
en algunas personas, pero luego no se mantener. ¿Qué problema tengo?, me pongo a
pensar... pienso y pienso... y encuentro un patrón en común en mi conducta,
sentir y pensar. Soy como las polillas, siempre que encuentro una tenue luz en
alguien, comienzo a acercarme, sin detenerme, avanzo hacia la brillante luz que
me llama a gritos, que sensualmente me provoca un calor excesivo y no tiene
nada que ver con éste verano, simplemente me atrae como la luz atrae a las
polillas. Y ahí ya es tarde. Porque cuando llego y descubro el calor deslumbrante
y como me gusta sentirlo... ahí justo, alguien apaga la luz o peor aún, me doy
cuenta que era una trampa y ya no puedo hacer nada, simplemente siento el olor asqueroso
de mis alas quemadas. ¿Cuántas veces tendré que soportar sentirme atraída por
algo así? ¿cuántas veces resistes sentir el corazón exprimido hasta la última
gota? Amantes fugaces, seguramente no tengo nada más para dar, que eso,
encuentros rápidos, efímeros, pero en mi quedan ¿quedará algo de mí en el otro?
A pesar de todo ésto, pienso quedarme en mi centro del huracán. ¿la razón? sumado
todo lo acontecido y al no encontrar respuestas negativas para mi
comportamiento, guiado siempre por mi corazón e instintos. Descubro que a pesar
de sufrir un poco, me siento libre, porque tengo una inmensa capacidad para amar
en poco tiempo, sin medirme, prevaleciendo en mi el pensamiento de que nada es
tan puro como lo que surge espontáneamente. Entonces lo que me acongoja se
vuelve diminuto, pues entiendo que Amo cuanto puedo y a cuento quiero, así como
las polillas, que vuelan ciegamente hacia la luz tenue que las llama.